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Según el informe anual del Sistema Táctico de Operación Policial de Carabineros presentó un alza del 6% en la tasa de homicidios, reportó Deutsche Welle (DW).

En Quilpué las cifras son preocupantes. Los homicidios entre enero y septiembre de este año se multiplicaron por cuatro en comparación con 2023 en esa ciudad de 150 mil habitantes.
Los casos de balacera, sicariatos y enfrentamiento de bandas rivales dejaron de ser hechos aislados y esta situación genera temor en la población.

“Aunque Chile ha estado aislado durante mucho tiempo de algunas de las dinámicas delictivas que han afligido a gran parte de América Latina, en los últimos cinco años se ha producido un cambio gradual en términos de violencia”, dijo a DW Jeremy McDermott, cofundador y codirector de InSight Crime, un think tank que estudia el crimen organizado en América.

Este cambio lo explicó Gonzalo Parra, académico de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile especializado en violencia criminal, asegurando que “la experiencia comparada latinoamericana muestra es que, cuando las organizaciones criminales están en un período inicial de control territorial y de disputa por los mercados, tiende a haber un aumento en las tasas de homicidios”.

Desplazamiento de bandas criminales

Otro factor añadió el experto, es que “las políticas de mano dura que se aplican en Centro y Norteamérica generan un desplazamiento de organizaciones criminales buscando nuevos espacios para operar”.

Un ejemplo de ello, dijo McDermott, es “la llegada de bandas venezolanas encabezadas por grupos afiliados al Tren de Aragua”.

A su juicio, “Chile es uno de los destinos más atractivos de la región para la marihuana, debido a sus altos precios. También está en el punto de mira de los traficantes de cocaína, ya que los contenedores procedentes de Chile no atraen el mismo escrutinio que los que salen de otras naciones sudamericanas”, agrega.

“Si miras las cifras de este informe de Carabineros o uno previo de la Subsecretaría de Prevención del Delito, lo que se ve es la disminución de las tasas de homicidio en algunas regiones al interior del país, pero no se explica por qué áreas como Valparaíso, la región Metropolitana o Bío Bío siguen al alza”, añadió Parra, quien estima que una posible respuesta es que en esas zonas aún hay organizaciones criminales compitiendo por el territorio.

Llegada de bandas internacionales sorprendió a autoridades

La última vez que Chile tuvo tasas bajo los 3 homicidios por cada 100.000 habitantes fue en 2015. Desde entonces, los números -salvo un par de años- han ido en constante aumento hasta llegar a 6,3 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2023. Y si bien es cierto que otros países pagarían por tener esos números (Jamaica tiene 52,13; México llega a 28,18 y Brasil a 22,38), lo cierto es que la ciudadanía chilena no estaba acostumbrada a seguidillas de asesinatos o a una actuación delictual particularmente violenta.

Las autoridades chilenas han respondido a las amenazas criminales, aunque al principio les cogió por sorpresa la llegada de bandas venezolanas y la violencia que desataron. La Fiscalía ha creado equipos especiales para hacer frente al crimen organizado, la Policía de Investigaciones y Carabineros también han reconocido la gravedad de la amenaza. Aún queda mucho por hacer, pero la cooperación con las autoridades peruanas y colombianas en particular ha dado resultados”, afirmó McDermott.

Ciudad portuaria: un atractivo para bandas narcos

Parra, por su parte, piensa que ciertos puntos en torno a puertos pueden ser buenas zonas para que bandas de crimen organizado se hagan fuertes, por ser zonas prácticas para el tránsito y acopio de sustancias ilícitas. Esto podría explicar lo que sucede en Valparaíso, región portuaria. Con todo, el experto advierte que “no tenemos evidencia de que todas esas muertes estén relacionadas con organizaciones criminales”. Y más bien, cuando se depuran los datos, se ve que la violencia intrafamiliar sigue aportando la mayor cantidad de homicidios consumados.

“Nos falta avanzar en comprensión de estos datos, ese es un desafío que tiene la institucionalidad chilena”, sostuvo Parra, que dice que reformas estructurales y mejoras en la investigación de casos pueden ayudar a bajar las cifras. Sin embargo, a largo plazo el desafío es más grande y profundo.