Fuente: Meganoticias

En el año 2018, los investigadores del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres de la Universidad de Chile (CITRID) publicaron el estudio transdisciplinario “¿Urbanización fallada? La Falla San Ramón como nuevo escenario de riesgo sísmico y la sostenibilidad de Santiago, Chile” en la Revista de Urbanismo, advirtiendo los riesgos de construir en las zonas aledañas, especialmente en dichas comunas. Indica la nota de Meganoticias.

Gabriel Easton, del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, explicó que la Falla de San Ramón atraviesa todas las comunas situadas a los pies del frente cordillerano, en el piedemonte de Santiago, a lo largo de más de 25-30 kilómetros, e incluso 50 kilómetros si se considera también Pirque y Lo Barnechea, profundizando hasta unos 10 a 12 kilómetros en la corteza terrestre.

“Actualmente desarrollamos un proyecto Fondecyt (1190734), sobre la planificación urbana en riesgo de la Falla de San Ramón, con lo cual estamos precisando aún más su ubicación a partir de datos topográficos de alta resolución LiDAR y la próxima realización de nuevas trincheras paleosismológicas. Cada vez, los antecedentes que recabamos nos confirman su importancia en cuanto a estructura geológica activa, capaz de generar terremotos corticales y con posibilidad de ruptura en superficie”, detalló.

Posibles personas afectadas

Hasta 1960 la ciudad de Santiago se planificó supeditada al valle central, pero en 1979 se amplió el territorio urbanizable hacia el piedemonte cordillerano, con un desarrollo cada vez mayor sobre la falla.

El profesor Easton detalló que en cuatro décadas “el crecimiento de la población que habita las comunas por donde pasa la falla cambió desde unas 500 mil a más de 1,7 millones de personas; de ellos, la población que vive directamente sobre la potencial zona de ruptura, en caso de un sismo mayor, serían estimativamente varias decenas de miles de personas”.

Al respecto advierte que esto “configura un escenario de riesgo creciente, sumado a los antecedentes que sustentan cada vez más que se trata de una falla activa e importante en cuanto a su estructura geológica”.

El académico detalló que son al menos dos aspectos cruciales a considerar respecto del riesgo: “la seguridad de la población y la disponibilidad de información pertinente y transparente por parte de toda la comunidad”.

En cuanto a lo primero, recalcó que: “es necesario que el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS) y los comunales, consideren la Falla San Ramón porque es urgente evitar que se siga construyendo directamente sobre ella, independientemente de cuándo ocurrirá un próximo gran terremoto con ruptura superficial“.

“Es necesario también que la normativa sísmica incorpore ésta y otras fallas geológicas, asumiendo que ocurrirán terremotos en estructuras activas, porque en fallas de este tipo los terremotos ocurren mucho más espaciados en el tiempo que por ejemplo aquellos de subducción, por ende su probabilidad de ocurrencia es menor, pero de todos modos ocurren y su impacto potencial puede ser localmente mucho mayor”, agregó. Indica la nota de Meganoticias.

Plan regulador por comuna

Lo anterior es apoyado por el académico del Departamento de Arquitectura e investigador principal del proyecto Fondecyt , Jorge Inzulza, quien considera que cada comuna debiera tener su plan regulador propio e incorporar este riesgo geológico, en coordinación del Plan Metropolitano Regulador de Santiago.

“Podrían haber acciones de corto plazo, como medidas de mitigación, coacción o colaboraciones entre municipios, para generar sistemas de evacuación o diseños de educación cívica y resiliencia para que la gente conozca más de este riesgo geológico, para aminorar el miedo y el temor, y acrecentar la seguridad de cómo enfrentar este riesgo en caso de detonarse, en caso de tener que evacuar, cuáles son lugares más adecuados, entre otros”, sostuvo.

Toma de decisiones

Sonia Pérez, académica de la Facultad de Ciencias Sociales y actual vicerrectora de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, enfatizó que la información es importante a la hora de que las personas puedan enfrentar el riesgo.

“La planificación urbana debiera entregar esa información para que las personas puedan tomar decisiones autónomas respecto de dónde y cómo quieren vivir. En la zona hay que convivir con el riesgo y eso implica tener estrategias comunitarias para hacer frente a los problemas que ocasionaría un terremoto. Estrategias que no pueden ser planificadas si no se informan dónde y cómo estamos expuestos a la amenaza”, afirmó.