Fuente: Comunicado de Universidad Santo Tomás
Alejandra Ulloa, directora de la carrera Nutrición y Dietética de Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar, señala que se debe aprovechar la contingencia para preparar comidas caseras y reforzar los hábitos positivos de alimentación en la familia.
La suspensión de clases y la consiguiente permanencia de niños y niñas todo el día en el hogar puede provocar un desorden enorme en sus hábitos de alimentación. Sin la necesidad de responder a una rutina con horarios establecidos, los menores de edad pueden caer en la tentación de comer a deshoras o abusar de dulces y golosinas. ¿Qué hacer frente a este escenario? Alejandra Ulloa, directora de la carrera Nutrición y Dietética de Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar, propone algunas sugerencias.
La académica advierte que la alimentación de niños y niñas siempre debería ser un pilar importante dentro de la dinámica familiar. En ese sentido, señala que el hecho de estar más tiempo en casa debido a la pandemia de Covid-19 puede ser aprovechado para reforzar los hábitos saludables. “En primer lugar, se sugiere realizar una planificación alimentaria”, dice, asegurando que “esto nos permitirá tener una alimentación equilibrada de toda la familia, programar con tiempo las compras y administrar de una forma más eficiente nuestros recursos”.
Respecto a ideas de preparaciones, dice que se debe aprovechar la contingencia para recuperar comidas caseras que se han ido excluyendo de las opciones cotidianas.
“Se sugiere aumentar el consumo de guisos, budines, tortillas y sopas, dando prioridad a métodos de cocción al horno, vapor y plancha. También es positivo estimular el consumo diario de frutas y verduras; y de pescado y legumbres dos veces a la semana. Estas últimas poseen innumerables propiedades nutricionales y gran versatilidad al momento de ser cocinadas, desde guisos de antaño hasta hummus o hamburguesas”, explica.
Alejandra Ulloa agrega que “es importante destacar el rol de dos nutrientes críticos en la infancia, como son el calcio y vitamina D. El primero es esencial para la mineralización ósea y el mantenimiento de los huesos en proceso de crecimiento, por lo que se debe velar el consumo de tres porciones de lácteos al día, es decir, de leche o sus derivados. Con respecto a la vitamina D, es necesaria para la absorción y retención del calcio en los huesos, y es un nutriente que se forma principalmente en la piel mediante la exposición a la luz solar”.
Retomando lo señalando en un principio, la académica de Universidad Santo Tomás insiste en que la mayor presencia de la familia en el hogar puede ser utilizada para reforzar costumbres de alimentación saludables: “un punto a considerar es la importancia de establecer una rutina de alimentación, creando y respetando horarios, idealmente generando instancias de encuentro familiar en torno a la mesa, basadas en momentos agradables de compartir y favorecer la integración a la alimentación familiar de los niños y niñas más pequeños”.
“En la infancia se adquieren los hábitos de alimentación, basados principalmente en la imitación, entonces el llamado es a que aprovechemos estas instancias de comer saludable en familia e incorporar a los niños en la preparación de sus alimentos”, concluye.
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