Denisse Olivares, se encontraba junto a su esposo y su hija en la estación de Quilpué en dirección a Villa Alemana.

“Permanecimos detrás de la línea amarilla mientras se acercaba el metro y cuando abrió sus puertas, salió un grupo de personas, pero no muchas porque era domingo. Entonces mi esposo metió el coche al vagón y en ese momento empezó a sonar la alarma del cierre de puertas. Pasaron solo unos segundos y entonces las puertas se cerraron en los brazos de mi esposo. Mi hija quedó en el coche adentro del vagón mientras nosotros tratábamos de apretar los botones y golpéabamos las puertas. Adentro, algunos pasajeros comenzaron a gritar, pero el tren siguió avanzando hasta que partió no más con mi hija adentro”, señaló Olivares.

Señala que el coche estaba dentro del vagón cuando comenzó a sonar la alarma, pensaron que entrarían sin problemas pero las puertas se cerraron de inmediato.

Se acercaron a la boletería para comunicarle al conductor lo sucedido y tendrían que esperar en la próxima estación para recuperar a su hija.

“Nos dijeron que el siguiente metro pasaba en 12 minutos. Fueron los 12 minutos más angustiantes, imagínate, pensando en cómo estaba ella. Afortunadamente cuando llegamos la habían bajado del tren y estaba con tres músicos que trabajan en el metro, que la tenían entretenida”.

“Nosotros no utilizamos el metro muy seguido, pero nos sorprendió el corto tiempo que tiene uno para subir. Queremos que Merval analice esta situación y que cambie los protocolos para que esto no le ocurra a otra personas. Después de lo que paso, hemos recibido muchos comentarios de otros pasajeros que cuentan que personas minusválidas o adultos mayores tienen los mismos problemas. Antes había una persona que se preocupaba que las puertas estuvieran cerradas y tal vez debería volver a implementarse y así evitar accidentes como éstos”.